Por Juan Edgar

El viaje en el tiempo ha cautivado a la humanidad desde tiempos remotos. En la cultura ha sido tema desde las novelas de H. G. Wells, hasta capítulos de Los Simpson. Y si bien Marty McFly logró salir airoso de sus peripecias temporales, si hemos aprendido algo de todas esas aventuras, es que el viaje al pasado siempre produce problemas.

Aún así, hoy, en pleno 2023, hay quiénes no aprenden la lección y confirmamos la regla, incluso en terrenos tan distintos como la lucha libre chilena. Por alguna misteriosa razón, hay agrupaciones o personas que prefieren obviar todo lo que lentamente hemos aprendido, y retroceder 10 o 15 años en el tiempo para continuar con prácticas que se creían obsoletas y que no hacen más que producir problemas en el presente.
En este 2023 hemos visto como aún hay agrupaciones (o quizás es una sola) que le prohíben a los integrantes de su roster, presentarse en ciertos shows. Algo muy común en la escena nacional del 2013, donde las colaboraciones o participación en distintas marcas de un mismo luchador o luchadora, era algo impensado. El tiempo nos enseñó que eliminar esas restricciones, sólo trae beneficios para todos los involucrados.

Gracias a que ese escenario cambió, también se pudo dejar en el pasado otra práctica que dañaba al medio, ese manoseado concepto conocido como el amiguismo. O eso pensábamos. Al parecer la obsoleta práctica esta de vuelta (¿o nunca se fue?), y no sólo para influenciar en bookeos y títulos; ahora también lo hemos visto en otras formas, como la protección o cerrar filas en torno a un amigo funado al que se le permite volver al ring, haciendo como si nada hubiera pasado; o saliendo a defender con más ira que argumentos cuando se critica a su agrupación por hechos puntuales, para los cuáles debiesen tener una respuesta profesional como marca, y no como grupo de amigos. Con los años, la mayoría de las promociones han ido aprendiendo que para armar sus carteleras, prima el talento, la respuesta del público y/o las historias que quieren contar; y no los años de amistad.
Otra fallida incursión al pasado nos lleva a la época en que los mismos luchadores y luchadoras tenían que pagar una cuota para poder luchar en un show o vender un mínimo de entradas para aparecer en cartelera. Hoy vemos una práctica similar en el fondo, pero distinta en la forma, traspasándole al público la responsabilidad de decidir qué luchador gana más por show. Un cuestionable uso del DeLorean, pero que aún está a tiempo de volver al futuro.

Y, finalmente, también quiero mencionar a quiénes no han logrado mantenerse en nuestra línea temporal y se quedaron estancados en el pasado. Ahí han quedado varados tanto luchadores que no han variado su personaje ni un ápice desde hace años, bookers que llevan una década poniendo los mismos nombres a disputar títulos, e incluso fans que gritan insultos y/o chistes homofóbicos desde una trinchera supuestamente protegida por el derecho a expresarse y a darle ambiente a un espectáculo. Por favor, súbanse a la máquina y únanse al resto de nosotros en el presente.
Quisiera cerrar con un pequeño disclaimer, aclarando que esto no es un reportaje, es una humilde columna de opinión que no pretende apuntar con el dedo a nadie, sólo advertir sobre el peligro de viajar en el tiempo, sobre lo necesario que es aprender de los errores del pasado y no repetirlos, para que la escena nacional de lucha libre siga creciendo y no perdamos lo avanzado en todos éstos años. Nos vemos en el futuro.


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Una respuesta a “La Máquina del Tiempo

  1. te faltó otro grupo, los creadores de contenido de luchitas como tú, que no luchan y se creen protagonistas, que llevan escribiendo las mismas cosas durante años. tampoco aporta nada y creen que su opinión cuenta. al menos la gente paga sus entradas, los luchadores entrenan duro, las agrupaciones meten plata. pero tú? puro delirando ser importante mientras la mamá te lleva el recito a la pieza.

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